miércoles, 20 de octubre de 2010

Opinión. La ruptura de un pacto que no cambiará las políticas. Domingo Garí.


Lo fantástico de la política en los tiempos que vivimos consiste en que, pase lo que pase, nunca pasa nada. La esencia de este sistema democrático esterilizado y reducido, ahora sí, a pura representación hueca, permite permutar de alternancia sin que apenas nadie lo note.

La ruptura entre PP y CC forma parte de esa política eunuca. PP y CC comparten al ciento por ciento su visión de las cosas. De las relaciones económicas, de la jerarquía social, de priorizar la propiedad de los resortes centrales de la economía, por encima de cualquier otra razón, por muy necesaria y hasta imperiosa que sea. Los dos son partidarios de privatizar la sanidad y la educación. Su filosofía es idéntica en cuanto a criminalizar la protesta de los trabajadores. Son devoradores compulsivos de territorio y destructores natos de biodiversidad.
No hay quien los pare si se trata de favorecer el negocio de los amigos, o cualquier negocio siempre que puedan sacar un buen pellizco. Ninguno de ambos movió un dedo cuando la democracia aquí no era sino una cosa que se vivía en la lejana Europa. Y aunque ni fueron autonomistas ni nada por el estilo, se han apoltronado en esta autonomía y la gestionan cual finca de plátanos, invernadero de tomates, empresa importadora o compañía constructora. Es decir, hacen más o menos lo que le viene en gana con los recursos públicos, las instituciones públicas, y con todo lo poquito público que nos va quedando.
Este pacto PP-CC que ahora se rompe, se ha recompuesto de forma consecutiva hace ya muchas legislaturas, siendo estos rifi-rafes en periodos pre-electorales, sólo un paripé, para que una vez pasado el circo electoral volver a fundirse en un abrazo de intereses, y a comenzar con lo de siempre.
El PSOE por su parte, como ya nos tiene acostumbrados desde que se refundó en octubre de 1974 en Suresnes, deja en la estacada a todo aquel que alguna vez pensó, que por fin sí, cumplirían más o menos con lo dicho por ellos mismos. Y por los dos votos de CC, promete olvidar la reforma de la ley electoral canaria, normativa antidemocrática en donde las haya, y se traga todo lo que la legislatura pasada dijo, y da vía libre a la reforma del estatuto sin modificación de dicha ley electoral. Ciertamente le sale todo muy barato a CC. Y muy caro a los canarios, porque tendremos que ver de nuevo reproducirse este falsete democrático, en donde quien de verdad tiene opción de representar algo en las instituciones, es quien tenga el apoyo financiero de las grandes fortunas y de las grandes empresas, para luego gobernar en la defensa de sus intereses. ¡Feo estaría!
Las aguas canarias van a ser, en caso de que efectivamente puedan ser transferidas a la Comunidad Autónoma sin interferencia de los países limítrofes, un recurso puesto a disposición de unas clases dirigentes depredadoras a insensibilizadas con los problemas ecológicos de Canarias y del mundo. Así que con esta gente todo no puede ir sino a peor.
Con el PSOE, el PP y CC ya sabemos de que va la cosa. Paro masivo, destrucción del territorio, pérdida de derechos sociales y laborales, reducción de la democracia, marginalización y derrota de los trabajadores asalariados. Para cambiar algo la situación aquí, habrá que hacer un esfuerzo endemoniado para ir acumulando fuerzas en otra dirección.
Profesor de la ULL. Candidato de Alternativa Sí se puede por Tenerife al Parlamento de Canarias