jueves, 21 de octubre de 2010
Opinión. Andancio. Paco Déniz.
Noto en el aire cierta fragancia embriagadora que lo invade todo: las conciencias, los comentarios, las actitudes y lo peor de lo peor… los resentimientos. Como aquel grupo de música gallega que se llamaba Os resentidos, muchos ciudadanos llevan esa etiqueta pegada en la frente y lanzan exabruptos allá donde sientan el calor y el humo del público.
Tal parece que las calles se hayan llenado de resentidos. El más tolete de mis vecinos llegó a susurrar gritando que hacía falta una guerra civil porque a Zapatero hay que quitarlo de en medio. Claro, uno que no suele quedarse callado tampoco, calibré si el tolete en cuestión merecía un comentario hiriente también, pero no, decidí que no, que el grito susurrado de un mentecato golpista no merece tener eco alguno. No obstante, reconozco que la cantidad de imbéciles y subproductos culturales de intereconomía aumenta. Se han multiplicado en los últimos meses y revolotean por ahí en busca de cuerpos y políticas podridas. Están envalentonados. ¿Recuerdan el último año de Aznar, aquella sensación de golpe del 36? pues parecido. Se sienten vencedores, aunque yo lo dudo. Siempre les pasa lo mismo, cuando presienten que algún cuerpo se descompone, se agrupan y aprietan las filas.
No sé si los triunfos futbolísticos, tenísticos y motorísticos patrios han coadyuvado a aumentar el envalentonamiento de los imbéciles, pero cierto es que entre eso, la cruzada antimusulmana y la marea del Tea Party que llega del imperio y de Madrid, la cosa se está poniendo tensa. Por si fuera poco, comencé a leerme el libro de Javier Cercas Anatomía de un instante justo antes de que le dieran el premio nacional de narrativa, y observo para mi desgracia cuán actual son algunas de las cuestiones que plantea. Los periodos de crisis o supuestas crisis económicas y políticas sirven para que aflore lo mejor y lo peor de las comunidades, desgraciadamente, el campo está florecido de lo peor. Todas las dimensiones posibles del facherío se manifiestan diariamente en los escenarios más inverosímiles, mientras que el anticapitalismo apena tienen hueco para hacerse visible. Hay quien dice que es la crisis lo que provoca el afloramiento de tanto falangista, también los hay que achacan semejante envalentonamiento al acaparamiento del centro y la derecha extrema sociológica por parte del PP, los hay que achacan este auge del fascismo español a la porquería de gestión de la crisis que el PSOE ha llevado a cabo. En cambio, yo opino que es andancio que anda por ahí, una andancio que aflora periódicamente y que provoca pesadillas de arrestos domiciliarios, emplumamientos y rapadas femeninas. Ya pasará. Espero.