martes, 5 de octubre de 2010

Opinión. Con Ecuador y Rafael Correa, su Presidente más legítimo. Olivier Herrera Marín.


No cesan ni cesarán las provocaciones y los intentos de desestabilización orquestados por las fuerzas más involucionistas que se resisten a perder su ilimitado e incontrolado poder y privilegios contra los gobiernos más legítimos de Latinoamérica. Y lo han hecho, hacen y harán con cantos de sirena, utilizando toda clase de argucias, cantinelas y falacias mientras les echan maíz a la puerta de los cuarteles para soliviantar y utilizar a todos los Goriletti y demás salva patrias de turno que se creen ser dioses por llevar uniforme y pistola al cinto.

Los uniformados, ejército y policía, que deben velar por el mantenimiento del orden y el fiel cumplimiento de las leyes constitucionales con harta frecuencia cruzan la línea divisoria y devienen en siniestras marionetas y maestros de la subversión al servicio de las familias oligárquicas que detentan el Poder, al ser estás, aliadas naturales del Imperio, el narcotráfico y las mafias del crimen organizado. Los profesionales de la cosa (terrorismo económico, político-militar) utilizan su poder mediático para confundir y conformar una opinión pública afín a sus inconfesables intereses, acosando un día sí y el otro también con todos los medios a su alcance a los presidentes y gobiernos de todas y cada una de las democracias sociales y políticas más solidas, genuinas y avanzadas de Latinoamérica, como lo es hoy ECUADOR.
El acatamiento o respeto inquebrantable de las fuerzas armadas al poder civil que ha de gobernar inexcusablemente en todo momento y circunstancia. La defensa decidida de la Constitución, de las leyes y el orden constitucional vigente en cada encrucijada y etapa histórica, es la piedra angular sobre la que se ha de forjar la paz y la unidad de quienes apuestan por construir ese porvenir o futuro creativo, rico y solidario que alumbran todos los pueblos libres, las naciones y los estados soberanos.
El escrupuloso respeto a todas y cada una de las fuerzas productivas, creativas y creadoras de las riquezas materiales y espirituales que engrandecen y ennoblecen a toda sociedad justa, culta y solidaria, es la más solida garantía de que la democracia goza y gozará de una indestructible salud para salir airosa y fortalecida ante cualquier ataque orquestado o asonada de los perros mercenarios o de los pobres iluminados, al servicio todos, unos y otros (directa o indirectamente) de los intereses de las oligarquías vendidas a las multinacionales.
El escrupuloso respeto a todas las fuerzas productivas, creativas y creadoras de riqueza; empezando por el respeto a los opositores o disidentes, a la opinión ajena y la libertad de expresión, siguiendo por el debido respeto a la propia burguesía nacional, los empresarios emprendedores leales y legales que aman y defienden la identidad, dignidad y cultura de su país y de su pueblo, y que son, mal que les pese a los “izquierdistas” dogmáticos, la locomotora más útil y eficaz para potenciar la investigación, la producción y el comercio, base del desarrollo de un País al abrir o ampliar a través de sus relaciones comerciales nacionales e internacionales las obligadas vías o canales de comunicación y distribución que permiten conquistar nuevos mercados y crear más riqueza. Continuando por los intelectuales, poetas, maestros y profesores, todas las fuerzas sociales creadoras del arte y de la cultura, para llegar, a la cuestión central y definitoria de la POLÍTICA de todo país o estado, el respeto obligado a la Madre Tierra, a las lenguas primigenias, la cultura, identidad y dignidad de los pueblos originarios que conforman con sus hermanos de anhelos y trabajos “La Sal de la Tierra” y se lo merecen todo por ser quienes ponen y dan cuanto tienen, sus manos, su alma y su corazón, su trabajo asalariado, su salud y el sudor de su frente al servicio de las empresas públicas y privadas, para levantar su País y darles de comer a sus hijos, pidiendo en contrapartida lo más necesario, humano y legítimo, hospitales y escuelas, salud y enseñanza pública y gratuita, casa y tierra para vivir dignamente ellos y sus familias.
El máximo respeto a las formas y las reglas del juego democrático, empezando por el respeto a la división de poderes y al papel de la policía y del ejército en todo estado de derecho no cuestiona en lo más mínimo ni puede invalidar o sustituir el papel activo, decisivo, que juega en todo momento y circunstancia crítica, la decidida y masiva movilización del Pueblo Unido sitiando y ocupando en su imparable marcha cívica, todos y cada uno de los medios y centros neurálgicos desde los que se legisla y ejerce el PODER del Gobierno y del estado. De igual modo, al residir la máxima autoridad democrática en el voto libre y soberano del pueblo, no se le eximirá nadie, sea quien sea, ni ocupe la posición que ocupe, de su obligación de acatar la autoridad del Poder Civil y del Presidente legítimo. Y quién no lo entienda así, ha de ser destituido sin más preámbulos, y por decreto presidencial desposeído de todo su poder e influencia militar para ser juzgado por los tribunales civiles de justicia del delito de sedición armada e intento de golpe de estado contra Ecuador y su Presidente.
Hoy en Ecuador, su Presidente, Rafael Correa, tiene muy claro que hay errores que se han pagado y se pagan muy caros y que no puede ni podemos volver a caer en ellos. Rafael Correa sabe perfectamente que el respeto a la policía y al ejército, los cuerpos o brazos coercitivos necesarios en todo estado moderno, no ha de significar entreguismo ni complacencia alguna por miopía política o excesiva confianza, por miedo a las indeseadas e indeseables consecuencias que puedan sobrevenir. Rafael Correa sabe y sabrá mantener y fortalecer la alianza del pueblo unido y las fuerzas armadas, pues sabe que el acogotarse o auto inmolarse, Él, es abrirle la puerta a la barbarie y al más espantoso de los horrores, por ello, sabrá enmendar lo que deba enmendar y hará cuanto deba hacer estando en todo momento y lugar a la altura de sus responsabilidades y funciones como PRESIDENTE de ECUADOR para hacer valer su autoridad democrática y poder soberano a la hora de poner firmes y en su sitio a los sediciosos de la policía y a sus instigadores, aislando el virus antidemocrático y maligno, apartando todas las ramas secas y las manzanas podridas para que pueda crecer por la base bien alto y fuerte y dar sus frutos el vigoroso árbol del pan, el amor y la vida.
Olivier Herrera Marín
Poetas de la Tierra y Amigos de la Poesía
PRESIDENTE