sábado, 16 de enero de 2010

Opinión. Grupúsculos. Fernando Sabaté Bel.


Hace unos días, el señor Fernández Cabeza de Vaca, columnista y ex director de DIARIO DE AVISOS, dedicaba una página completa a encumbrar sin matices las supuestas virtudes del puerto de Granadilla. No dudó para ello en aplaudir actuaciones tan reprobables como una ley construida ex profeso para sortear la decisión del Tribunal Superior de Justicia de Canarias, ni en faltarle al respeto a todas aquellas personas que, con argumentos y sin más motivación que el cariño a esta tierra y a su naturaleza, se expresan en contra de ésta y otras barbaridades medioambientales.

El objetivo de este artículo no es exponer una vez más, aunque lo volveremos a explicar las veces que haga falta, las graves ilegalidades y los enormes perjuicios que ocasionaría la construcción de esa infraestructura. Escribo para tratar de aportar alguna luz sobre lo que podemos entender por "grupúsculo" en este asunto, ya que éste fue el término empleado por el señor Cabeza de Vaca para referirse a los opositores a Granadilla. Ahí incluye, supongo, a organizaciones del peso de Greenpeace, cuya cifra de socios, ya de por sí enorme, aumentó recientemente alrededor de un veinte por ciento a raíz del arresto del director de la organización en España, Juan López de Uralde; a Ecologistas en Acción, federación de ámbito estatal, a la que pertenece Ben Magec, el grupo ecologista más activo de Canarias; a SEO-BirdLife, con más de once mil socios colaboradores, y a WWF, que cuenta con unos veinte mil socios. Es decir, a las cuatro grandes organizaciones ecologistas que se oponen, con buenas razones, a esa infraestructura.
Pero no fueron sólo los grupos ecologistas. Todos podemos recordar manifestaciones como la que movilizó a unas cien mil personas contra las torres de Vilaflor. A renglón seguido, en el año 2003, se presentaron en el Parlamento de Canarias 56.000 firmas de personas mayores de edad y residentes en Canarias (las únicas que pueden firmar una ILP), explicitando su posición contraria al puerto de Granadilla. Éstas, y muchas más, compusieron el número de ochenta mil ciudadanas y ciudadanos que participaron en una manifestación celebrada en Santa Cruz de Tenerife el 27 de noviembre de 2004, en la que el disparate de Granadilla se convirtió en el símbolo central del esfuerzo contra toda una serie de propuestas muy lesivas para el territorio. Y hasta en cuatro ocasiones más se celebraron manifestaciones en la capital tinerfeña por la misma causa. Hasta la última, en marzo de 2009, cuando entre veinte y treinta mil personas volvieron a salir a la calle secundando un llamamiento histórico realizado por la comunidad científica canaria. Más de cien docentes e investigadores relevantes de las dos Universidades canarias y de otros centros de investigación firmaron además un manifiesto que se elevó al Ministerio de Medio Ambiente solicitando la protección de los sebadales como Hábitat de Interés Prioritario. Estas personas dieron muestra de su coraje cívico y, a la vez, de su alarma ante la desfachatez con que se promueve una obra que provocaría tan graves afecciones.
Todas las encuestas y sondeos de opinión que se conocen reiteran que el puerto de Granadilla es un proyecto que rechaza una mayoría ciudadana. Sindicatos tan importantes como CC.OO. o Intersindical Canaria también han hecho público su rechazo, lo que no debe extrañar, entre otras muchas razones porque una construcción que costaría en su primera fase 200 millones de euros no generaría quinientos puestos de trabajo como señalaba el ex director de DIARIO DE AVISOS, sino menos de cincuenta, y eso en el momento álgido de las obras, según los documentos oficiales del proyecto que logró hacer públicos Alternativa Sí se puede.
Si consideramos entonces los nombres del pequeño grupo de personas que defienden desde tribunas empresariales la ejecución de esa obra y atendemos a sus vínculos, bien con su construcción directa, con la propiedad del suelo en el entorno, o bien con la instalación asociada de una regasificadora y el negocio correspondiente, si atendemos a esos datos objetivos, insisto, estaremos en condiciones de comprender quiénes forman el grupúsculo. Un grupúsculo, eso sí, tan reducido como poderoso y capaz de retribuir bien la amplia difusión de sus intereses.
* Profesor de Geografía de la ULL y miembro de Alternativa Sí se puede por Tenerife