lunes, 29 de marzo de 2010

Opinión. Tensión sexual. Paco Déniz.


La tensión sexual no resuelta de algunos colectivos que manejan jóvenes tórnase en un problema toda vez que se están destapando esperpentos como los aireados recientemente en los medios de comunicación. No son abusos nuevos. En el último franquismo, muchos entrenadores de fútbol de las categorías de menor edad hacían gala de su zarrapastrosa sexualidad en los locales que los modestos clubes tenían en los barrios. El piberío huía como podía del acoso.

Era un acoso a la luz de la tarde. Algunos de éstos han sido juzgados y encarcelados. El abuso de los profesionales y militantes de la religión, en cambio, es un abuso clandestino, en la sacristía, al zoco del altar y emplea el chantaje afectivo como mecanismo de persuasión. Curas y entrenadores comparten una posición de poder respecto a los jóvenes, pasan mucho tiempo a solas con los chiquillos y otorgan favores a cambio. Unos regalaban equipajes y los otros te enchufaban como podían. La diferencia estriba en que, mientras la federación de deportes respectiva no apoya ni encubre a sus miembros malhechores, la Iglesia sí. Esta última tiene el suficiente poder como para acallar todo tipo de comentarios al respecto, indemnizar y subsanar de alguna u otra forma las violaciones cometidas. ¿Qué quiere decir que las cosas de la Iglesia se arreglan en casa?, ¿que los del caso Kárate se arreglan en su federación respectiva? Tampoco en la tensión sexual no resuelta hay justicia. Una tensión provocada por la tremenda represión que explica la mayoría de los casos. No todos. Por lo visto, los baños de los clubes deportivos y los locales de retiro espiritual siguen ofreciendo un espacio virginal exclusivo para pederastas viciosos. Así, justos por pecadores pagan el crimen y el estigma de sus compañeros de profesión, y la televisión sensacionalista se encarga de declarar alerta por tensión sexual no resuelta y por calima.
Por si fuera poco, surge una protesta de machangos adscritos a la complutense que no quieren que sus colegios mayores sean mixtos. Al respecto, recuerdo que en un viaje a Zaragoza a una coordinadora estatal de estudiantes universitarios, nos alojaron en un Colegio Mayor. Cuando los de La Laguna (mayoritariamente del San Fernando) llegamos a pernoctar y nos disponíamos a retirar las llaves, nos dijeron que las mujeres no podían entrar. Se armó una que tuvieron que intervenir los antidisturbios maños para prohibir semejante atropello a la moral. No lo consiguieron. Fue en el año 85 más o menos. Y ahora, después de pelear por la universidad unisex, vienen estos energúmenos fachillas que parecen sacados de un palacete saudí exigiendo colegios segregados por sexos y por cristales rotos en los muros. Sinceramente, lo de la teoría de Darwin no es aplicable a algunas especies.