lunes, 21 de junio de 2010

Opinión. Nuestro Diccionario Básico Canario. Paco Déniz


Cuando el amigo Humberto Hernández me dejó ojear el nuevo Diccionario Básico de Canarismos, fue garepa la primera palabra que me encontré. En mi barrio de Schamann había un equipo de fútbol que se llamaba El Garepa y no sé por qué, pues garepa es una fina transparencia sobrante de la madera cepillada. Da gusto ver ésta y otras palabras escritas, pero sobre todo da sensación de justicia; pues mi lengua o habla materna ya esta escrita, no vaya a ser como en el pasado, que por no tenerla escrita nos pasó lo que nos pasó.

Con esta obra, y alguna que le ha precedido, los amantes del respeto a los pueblos están de enhorabuena. Especialmente los canarios, un pueblo desvalido en general y desamparado institucionalmente en particular, que ha visto convertida su identidad en un dividendo turístico cuando no en una trivialidad despolitizada. Nunca hubo instituciones preocupadas por nuestras cosas, las que verdaderamente inciden en nuestra magua. En cambio, siempre hubo personajes e instituciones que ridiculizaron nuestro patrimonio lingüístico. Todavía los hay, disfrazan su concepción del estado centralista y metropolitano con argumentos superfluos, hirientes y engañosos. Pues bien, este libro nos sirve para pasar de la rabia al razonamiento, lo cual es ya un tremendo logro de la ciencia y de los pueblos. Con la rabia no se va a muchos sitios, en cambio, con la ciencia y cierta dosis de querencia por lo que nos es propio (autoestima) podemos caminar amparados. Este diccionario básico es recomendable para usarlo, para darle carácter oficial a lo que nuestra madre y nuestro padre nos enseñaron y para sabernos escritos en este mundo de incomprensiones. No es un libro para depositarlo en el yacimiento pétreo, es para andar por casa, por esta casa de ocho islas y por el resto del mundo con la cabeza bien alta. ¡Adiós al complejo que tanto daño nos ha hecho! ¡Adiós a la consideración de nuestro acervo como algo muerto! Yo hablo como este diccionario, mi familia y mis amigos también, quien me quiera entender que me entienda, y el que no, que se compre el diccionario. No me digan que mi habla es pintoresca, ni exótica, no me lo digan porque maldita la gracia que me hace. No me digan que son cosas del pasado, pues el presente es el estado actual del ayer. Este Diccionario Básico de Canarismos contribuye a la normalización de nuestra habla en nuestro propio país canario desde el conocimiento y la investigación como garante del respeto. Y aunque el turismo nos haya descatalogado como ciudadanos para convertirnos en tropicales, las cosas deben cambiar; la época de las colonizaciones debe terminar. La dignidad no pertenece a las profesiones ni al postín, pertenece a la gente que no se avergüenza de su ser social. Esta obra de la Academia Canaria de la Lengua, aunque a alguno le salgan sarpullos, es una necesidad social, y para los que están siempre con el guineo de que la universidad está alejada de la sociedad, aquí tienen un ejemplo de que no siempre. Al menos, no en este caso. Para nuestra tranquilidad, este diccionario esta documentado científicamente por personas solventes de reconocida trayectoria académica como el amigo Marcial Morera, no como el dichoso catálogo de especies desprotegidas.