sábado, 12 de junio de 2010

Opinión. La reforma laboral. José Hernández


Una vez fracasado el diálogo social entre patronal y sindicatos, parece que al final será el PSOE el que se haga cargo de darle el gusto a la patronal y hacer una reforma laboral por decreto. El diálogo social estaba condenado al fracaso. Eso se veía desde el momento en que los empresarios, pidieron lo que ellos llamaban el Contrato del Siglo XXI, en el que se plantea la contratación de jóvenes durante dos años que se pueden despedir con una indemnización de 8 días y sin derecho a paro para el trabajador, ya que la empresa no cotizaría por él. Con una propuesta como esta de partida, es muy difícil llegar a algún acuerdo.

El PSOE con Zapatero a la cabeza, hace ya semanas que se plegó a los intereses de los especuladores y de los bancos. Adelantando al PP por la derecha, un PP con un doble discurso populista y lleno de contradicciones, que sonroja a cualquiera que se pare a escucharlo con un poco de objetividad.
Los sindicatos aparecieron en la época de la Revolución Industrial allá por el siglo XIX después del surgimiento de las teorías socialistas, y de las luchas por la mejora de las condiciones laborales. Fueron años de sacrificios, incluyendo las vidas que se perdieron por el camino para conseguir lo que en Europa se definió como el Estado del Bienestar y todo el conjunto de derechos laborales que desde entonces disfrutamos. Fue a partir de los años 80 del pasado siglo, cuando los gobiernos neoliberales de Ronald Reagan en Estados Unidos y Margaret Thatcher en el Reino Unido comenzaron a aplicar políticas que restringían derechos a los trabajadores y que concedían mayor libertad a la empresa, cuando estas conquistas sociales empezaron a retroceder. En el Estado Español, fue Felipe González líder de la social democracia, quien incidió los primeros recortes y políticas neoliberales que propiciaron que los trabajadores hayan sido una y otra vez los más perjudicados a la hora de enfrentar las crisis económicas.
Mientras, las continuas e interesadas campañas de desprestigio hacia los sindicatos han conseguido que hoy los índices de afiliación sean los más bajos en décadas. A ello han contribuido no poco algunos mal llamados sindicalistas, acomodados en sus puestos, sobre todo en los llamados sindicatos mayoritarios. Esto hace que a la hora de una negociación colectiva, el movimiento sindical no tenga la fuerza de antaño y sus convocatorias de huelga apenas calen en la clase trabajadora, que ve impasible como día a día se van reduciendo sus derechos.
Las campañas de los medios de comunicación de orientación neoliberal, que abundan en el Estado Español, con sus campañas mediáticas, han hecho creer que para salir de la crisis es necesaria una reforma laboral, donde el despido sea más barato o aumenten las causas de despido procedente sean más. Sin embargo, está comprobado que no es real. El propio Juan Jiménez Aguilar, ex número 2 de la CEOE, reconocía a principios de este mes que “las reformas laborales no crean empleo”. Diferentes estudios han demostrado que para salir de la crisis se necesitan estímulos económicos, es decir, nuevos gastos e inversiones públicas que estimulen la reactivación de la economía. El Estado Español, gastó un 14 por ciento de su PIB para salvar a los bancos mientras que en estimular la economía sólo gastó un 1,2 por ciento, los diferentes países europeos hicieron lo mismo, al contrario que Estados Unidos que gastó un 5 por 100 en salvar la banca y dedicó un 6 por 100 a estímulos económicos. Es muy importante que sea el sector público el que cree empleo a base de incrementar su gasto público en áreas que lo favorezcan de manera intensiva.
Los trabajadores no podemos quedarnos de brazos cruzados viendo como se recortan nuestros derechos, mientras los gobiernos europeos, no han tomado ninguna medida contra los que provocaron la mayor crisis desde la gran depresión del 29. De lo contrario, las crisis siempre las pagaremos los mismos.