sábado, 26 de marzo de 2011
Opinión. Neskens de La Salud: “Confía, amigo, confía...”. Miguel Hernández.
Comparecer a unas elecciones en calidad de candidatura supone una esencial solicitud de Confianza al personal elector: se le intenta convencer para que tenga Fe en la posibilidad de formas diferentes y eficaces de hacer política institucional. Pero en las circunstancias actuales de crisis global y local, la solicitud de confianza y fe en lo nuevo se muestra un camino tortuoso a quien ose cursarlo. Por ello, es conveniente mantener la humildad de quien necesita algo tan valioso -al caso- del personal elector.
De forma sintética, hace mucho que la gestión de lo público se caracteriza por una fundamental desatención a la diversidad de ideas y culturas presentes en la sociedad tinerfeña. Por priorizar un modelo de desarrollo económico determinado, se ha hipotecado el beneficio que hubiera supuesto haber previsto a tiempo la gravedad de limitar o reducir la variedad de visiones de la realidad en la Isla. En las primeras elecciones municipales y de Cabildo de Sí se puede (2007), quien escribe expresó que el nuevo partido era la cara más positiva de la sociedad. Y precisamente me refería a la diversidad de ideas y culturas presentes en la formación, que había florecido de la reciente confluencia de elementos independientes y algunas aportaciones que llevaban cierto tiempo organizadas en el ámbito del activismo social (en sentido amplio).
Los rumbos vitales que me condujeron a aquel temprano encuentro de Magisterio (Universidad de La Laguna) partían de haber sido representante estudiantil en el Claustro universitario en las primeras elecciones a las que concurrió el Sindicato de Estudiantes Canario. La experiencia –que data de una década antes de la primera candidatura de Sí se puede- fue fruto de un acuerdo congresual de la organización juvenil independentista Azarug, que decidió impulsar el S.E.C. en la universidad lagunera (cuando el Sindicato ya era una realidad en la U.L.P.G.C.).
En efecto, el S.E.C. en Tenerife pudo ser porque miembros de Azarug establecieron un diálogo constructivo con el S.E.C. de Gran Canaria, que estaba constituido fundamentalmente por jóvenes adscritos a la tradición nacionalista de izquierda (no necesariamente independentistas) de aquella isla. A propósito de la perspectiva de género, el número 1 de la candidatura que presentó el S.E.C. fundacional en la ULL (1997/1998) fue una mujer. Y otras, que también siguen hoy en Sí se puede, lo fueron en convocatorias posteriores.
Me parece pertinente introducir ahora que en la afiliación actual de Sí se puede hay elementos que participaron de la experiencia del S.E.C., gracias a la confluencia propiciada por la base militante fundacional, con la que se obtuvo varias mayorías en el Claustro de la ULL (desde 1999/2000). Aquel éxito de la izquierda estudiantil se logró con compañeros y compañeras de Izquierda Unida, La Liga Marxista, el Partido de Organización Socialista Internacionalista (o algo así)... Y lo más interesante: elementos independientes que seguían sumándose al proyecto original de Azarug: construir Nación canaria. Después de todo, lograr que una organización estudiantil renueve sus miembros durante seis generaciones es algo excepcional en este País. Azarug también lo hizo, y por eso merece la pena recordar que en la diversidad ideológica y cultural de Sí se puede se mantiene una parte, no baladí, de la tradición fundada por esta organización juvenil independentista.
Constatada la renovación inter-generacional como criterio fundamental para distinguir la experiencia de Azarug y del S.E.C. (eran organizaciones juveniles no alineadas a partidos políticos), los elementos que –por edad- dejábamos de entrar en la orquilla de lo joven, seguimos la tradición de confluencia iniciada en los tiempos iniciales. El siguiente paso fue configurar un partido político para comparecer a las elecciones de 2003. Y así, abriendo de nuevo el espacio a elementos independientes (buena parte sigue hoy en Sí se puede), se constituyó Alternativa Popular Canaria (A.P.C.). Ideológicamente, el nuevo partido se identificó con la herencia de la izquierda nacionalista canaria (no necesariamente independentista), que lleva tiempo difuminada (fragmentada) del panorama sociopolítico local.
Para que se hagan una idea de esta parte de la Historia, en 2007, Sí se puede cosechó para el Ayuntamiento de Santa Cruz alrededor de trescientos votos más que A.P.C. en 2003. Al Parlamento se presentó la candidatura de Rubens Ascanio (2003), que repitió en la convocatoria de (2007); cuando Sí se puede decidió en Asamblea (en la Facultad de Derecho) no apoyar como partido al candidato de Alternativa Popular Canaria. A.P.C. fue una de las organizaciones impulsoras de las conversaciones de Magisterio (hacia 2005), pero se sabe que Sí se puede arrancó con buena dosis de desconfianza hacia el independentismo y nacionalismo de izquierda presentes en el nuevo proyecto. A propósito de la perspectiva de género, la candidata número 1 al Cabildo de A.P.C. (2003) fue una compañera de Azarug: la única del primer grupo de cinco representantes del S.E.C. (elecciones claustrales de 1997/1998) que no se encuentra hoy en Sí se puede. Y es que la confluencia con Sí se puede costó a A.P.C. una escisión: la primera fisura importante de la tradición juvenil Azarug. Para resumir, el independentismo bueno se quedó en Sí se puede y el independentismo malo configuró un nuevo partido (por si faltaba alguno en el panorama político local). Pero para entender lo ocurrido, es importante constatar que la experiencia de A.P.C. en 2003 era –para la militancia de Azarug y del S.E.C.- la segunda tentativa de estructurar un frente amplio de oposición civil. También entonces Izquierda Unida, Los Verdes y el Centro de la Tortura Popular Canaria pasó cuatro kilos del proyecto nacionalista de izquierdas, promotor del diálogo de las izquierdas y verdes diversos de este País en 2003.
Así, se comprueba que las conversaciones de Magisterio que fructificaron –al poco- en Alternativa Sí se puede por Tenerife, era la cuarta experiencia de las jóvenes de Azarug (y la tercera del S.E.C.) en eso que –con cada convocatoria electoral reaparece con el deseo de organizar un frente amplio de oposición: la quimérica unión de la izquierda y del activismo social en general. Y visto así, a las compañeras y compañeros que decidieron escindirse cuando A.P.C. ya era parte constitutiva de Sí se puede (por el 2006) sólo pueden ser acusadas de tener menos paciencia: sabían que todavía nos restaba cinco años más de diálogo con las izquierdas y verdes diversos de este País.
Hoy, en 2011, Sí se puede sigue funcionando sin necesidad de una definición ideológica clara. Bueno, una cosa sí: es un partido eco-socialista. Un concepto que sigue siendo muy novedoso en esta sociedad, pero que ha atraído la participación cada vez mayor de elementos independientes. Por eso, me ha parecido necesario recordar mi experiencia personal, que es la misma que la de muchas compañeras y compañeros de Sí se puede, que venimos de la tradición difuminada de Azarug y del Sindicato de Estudiantes Canario. En efecto, consideramos que existe un histórico déficit colonial que obstaculiza –de forma crónica- la modernización de la sociedad canaria. Y esto sólo lo digo para que, en estos tiempos de crecimiento, no se olvide la diversidad ideológica y cultural que caracterizó desde el principio a nuestro proyecto de Ilusión en Sí se puede.
Dice nuestro candidato al Cabildo, Fernando Sabaté Bel, que las transformaciones sociales de calado (y Canarias necesita algunas) requieren “paciencia, paciencia, paciencia”. Así que, “confía, Neskens, confía”.