domingo, 12 de diciembre de 2010
Opinión. Sí se puede, también en El Rosario. Fernando Sabaté.
Los resultados que alcanzó la candidatura al Cabildo de Sí se puede en El Rosario, sin haber presentado todavía lista local en ese municipio, pusieron de manifiesto ya en mayo de 2007 la existencia de condiciones políticas favorables para el proyecto de la nueva izquierda verde canaria, y la voluntad de cambio de un sector creciente de la ciudadanía. Transcurridos los comicios, como en el resto de Tenerife, la gente de Sí se puede siguió en la brecha: la acción política, para las opciones alternativas de verdad, no es un espasmo compulsivo que sucede una vez cada cuatro años, sino el trabajo serio, creativo y pegado al terreno que se mantiene en el tiempo.
En este marco, el año 2008 vio nacer a uno de los equipos más dinámicos y entusiastas del nuevo proyecto ecosocialista canario: el grupo de Sí se puede en el municipio de El Rosario. En tiempos de descrédito general de la política y de escasísima militancia y participación en los partidos (da igual el signo), en El Rosario Sí se puede aglutina ya a medio centenar de hombres y mujeres entusiastas, y sigue creciendo sin parar. Lo nutren personas de variados perfiles profesionales, desde trabajadores manuales a catedráticos de universidad, pero que tienen en común el ser gente muy preparada (cada una en su campo), honesta y trabajadora: tres virtudes necesarias para la buena política pero que, por desgracia, no suelen caminar juntas. Desde el punto de vista territorial, se da también un equilibrio entre las dos grandes zonas del municipio: la parte alta y media (La Esperanza, Llano del Moro, Machado), y la zona costera (Tabaiba y Radazul, que ya suponen el 60 por ciento de la población del término). La Asamblea de Sí se puede eligió a su candidato a la alcaldía, el compañero Fidel Vázquez; un hombre que a pesar de su juventud atesora una experiencia sociopolítica potente y una notable capacidad de gestión en el terreno del asociacionismo, el trabajo colectivo, y el impulso al deporte popular y democrático como palanca para levantar una sociedad mejor desde los cimientos. Del buen trabajo de este equipo dan cuenta, entre otras actividades, las dos Jornadas celebradas en el último año, una sobre Agroecología y otra sobre Medio Ambiente y Municipios Sostenibles. Ambas combinaron ponentes y ponencias excelentes, con métodos de participación que hicieron posible sacar lo mejor de la inteligencia colectiva y sentar las bases de un programa cargado de ideas, realismo y esperanza.
A propósito de esta última: un socialista canario de altura, Pedro García Cabrera, culminó su poema tal vez más celebrado (‘A la mar fui por naranjas’) con el verso: “la esperanza me mantiene”. Quizás se refería nuestro poeta más universal al anhelo permanente de utopía, de justicia y libertad, alimentado en su propia experiencia por la espera hasta el final de la larga noche del franquismo. En el extremo opuesto, otro miembro del PSOE, éste de vuelo rasante, ostenta la alcaldía de El Rosario desde hace más de 27 años (serán siete legislaturas cuando concluya la presente). Parece que aquí hubo una interpretación perversa de los versos de García Cabrera: ¿entendió el Sr. Macario Benítez que “La Esperanza me mantiene” se había de referir a la sede del Ayuntamiento de El Rosario?
Y es que el municipio rosariero está, sin duda, cargado de simbolismo. Otro más: en él se terminó de urdir, como es sabido, el levantamiento militar que dio origen a la Guerra de España, la mayor catástrofe política y humana de nuestra historia contemporánea. Todavía se mantiene en Las Raíces un rancio monolito que conmemora las maniobras militares que antecedieron al golpe del 18 de julio, sin que lo acabe de tirar ni la aluminosis ni, lo que sería aún mejor, la vergüenza y el coraje cívico.
No me cabe la menor duda: Alternativa Sí se puede va a irrumpir, como en otros casos, con una o varias actas de concejal en el Ayuntamiento de El Rosario. Y desde allí va a ser un actor decisivo en la regeneración democrática, la modernización ecológica y el establecimiento de políticas avanzadas de bienestar social que tanto necesita este municipio y el conjunto de Canarias. El monolito de Las Raíces, con todo el simbolismo que comporta (caciquismo, atraso social, democracia insuficiente) va a caer, por fin, y no sólo en el plano simbólico. Sí se puede.