martes, 28 de diciembre de 2010

Opinión. La función del PSOE es traer al PP. Domingo Garí.


El juego de la democracia postfranquista, en la que aún perviven franquistas por todos lados, en especial en los aparatos del estado y en los medios de comunicación, consiste en alternar en la jefatura del ejecutivo entre social-liberales y conservadores cada vez que un ciclo se cierra para uno de ellos.

No hay diferencias sustanciales en las políticas económicas, ni en otras arenas. Los consensos de fondo permanecen inalterables, y con ellos el ejecutivo no es más que un consejo de administración del gran capital. Los gobiernos obedecen a los señores del IBEX 35 y a otras instancias del capitalismo internacional como el FMI o el BCE.
El PSOE prepara la llegada del PP. Al cierre de su ciclo es lo que toca, según expresión mediocre del mundo de los políticos profesionales.
Los socialistas están haciendo el trabajo grueso de desmonte del mini estado del bienestar. Ya hicieron esa función en los ochenta, cuando agredieron, vía reconversión industrial, al movimiento obrero, reduciéndolo a una caricatura de sí mismo, y allanándole así el camino a Aznar para que impulsara y perfeccionara el neoliberalismo bajo su mandato. Luego su jefe de filas fue, y sigue siendo, premiado por todos los grandes capitalistas que en el mundo hay, ofreciéndole puestos honoríficos con pagas estratosféricas, tal cual ha hecho recientemente Gas Natural con Felipe González, (otras muchas grandes empresas con Aznar), y sin duda harán con Zapatero cuando salga del gobierno. No hay en el mundo como las puertas giratorias que te permiten salir del gobierno a un gran consejo de administración de una multinacional, para seguir haciendo lo que siempre has hecho.
Ahora vuelve a repetirse el asunto. El PSOE prepara el camino al PP destruyendo la esperanza en que las cosas puedan hacerse de otra forma, que no sea machacando al mundo de los asalariados. No están aquí para nada más. Un ruso, al que llamaban el viejo, calvo y que usaba chivita, dijo una vez que “la democracia es una forma de gobierno en la que cada cuatro años se cambia de tirano”, y que verdadero sigue siendo el adagio.
La segunda parte de la crisis económica la gestionará el PP. Si las cosas le van mal, volverá el cuento chino de que la alternativa es el PSOE. Y todo ello no es más que el mal menor. Porque no hay que descartar que agotados el PP y el PSOE de tanto ir y volver a ninguna parte, emerja una opción de autoritarismo fuerte de extrema derecha, que anida ya en el seno de ambos partidos y en no pocos sectores de la sociedad civil.
La democracia o es en todos los sentidos, también en el económico, o no es sino una caricatura y un mal gobierno. Esto es tan antiguo que ya lo sabían los griegos de la época de Pericles. Sin esclavos no había democracia. Los ciudadanos tenían que estar liberados del trabajo para participar en los asuntos de la polis. Lo curioso hoy es que ya no hacen falta esclavos porque tenemos las máquinas, y en consecuencia lo único que hay que hacer es liberar tiempo, repartir trabajo y repartir riqueza. Todo lo que no sea eso no es más que pura mistificación al objeto de seguir perpetuando el que unos pocos tenga mucho y unos muchos tengan poco.
En 1932 Bertrand Russell, ante la crisis económica que azotaba Europa y USA y que finalmente iba a aupar al nazismo, nos dijo sabiamente que, si usásemos la riqueza generada socialmente, su potencial y su tecnología al servicio de las personas, de la paz y de la seguridad para todos, el mundo iría mucho mejor. Desafortunadamente se eligió el exceso de trabajo para unos y la inanición para otros. “Hemos sido unos necios, pero no hay razón para seguir siendo necios para siempre”. Setenta y ocho años después seguimos siendo necios, pero como en 1932, no hay razón para seguir siendo necios para siempre.