jueves, 10 de diciembre de 2009

Opinión. Crisis, una nueva oportunidad. José Hernández Martín.


Decía Karl Kraus, escritor austriaco del siglo XIX, que la ley básica del capitalismo es tú o yo, no tú y yo. Lo que actualmente llamamos crisis es sólo un sistema que tiene el capitalismo para refundarse y salir fortalecido, y en el que los principales perjudicados serán las clases trabajadoras y las menos favorecidas.

A lo largo de la historia, el capitalismo ha conllevado crisis periódicas: podemos recordar la crisis de 1918, la del 29, la de los años 70… en todas ellas hubo una refundación y una pérdida gradual de derechos básicos o recortes sociales. Es decir, en el capitalismo, las crisis son inevitables.
Las políticas económicas de Canarias en las últimas décadas han ido orientadas hacia un sistema que, cada vez más, nos demuestra no ser la solución sino el principal problema que venimos arrastrando durante tantos años. Las políticas llevadas a cabo en todo este tiempo han ido encaminadas hacia la especulación urbanística y el dinero fácil, el “todo vale para hacerse rico” ha sido un filón en años de vacas gordas. Pero cuando llega el momento de las vacas flacas, los principales perjudicados han sido los de siempre, las capas menos favorecidas de la sociedad. El auge de la construcción en los últimos treinta años hizo que muchos jóvenes dejasen sus estudios en busca de dinero rápido; lo cual causó que una vez muerta la gallina de los huevos de oro estos jóvenes hayan pasado a engrosar las listas del paro que a día de hoy son las más altas del Estado español.
El Gobierno de Canarias ha demostrado no saber cómo afrontar esta situación de crisis. Su única idea ha sido intentar perpetuar el sistema actual, ideando grandes infraestructuras innecesarias que sólo sirven para que el dinero vaya a parar a manos de unos cuantos empresarios. No hacen más que retrasar la toma de decisiones y el cambio de modelo, ya que las “soluciones” propuestas no son más que un paréntesis en los problemas que volveremos a soportar una vez que aquéllas se hayan terminado. Y eso teniendo en cuenta que para realizar tales infraestructuras la mano de obra necesaria es más bien escasa, al emplearse maquinaria pesada que apenas necesita operarios. Por otra parte, cabe preguntarse: ¿cuántas infraestructuras puede soportar este Archipiélago?
Los horarios de más de 12 horas y la economía sumergida son cada vez más el pan de cada día de nuestras islas. La mal llamada crisis ha servido para que bajo amenazas de despidos o ERES encubiertos, los trabajadores canarios hagan más horas a la vez que cobran los salarios más bajos.
Actualmente sólo somos líderes dentro del Estado español en tasa de paro, en precios de la cesta de la compra, en precariedad laboral y en tener los sueldos más precarios. Los casos cada vez más frecuentes de corrupción que salpican a los políticos de todas las islas y las indemnizaciones millonarias a empresarios, hacen que sea más necesaria que nunca una respuesta ciudadana a este modelo caduco y depredador que no ha hecho más que fomentar las desigualdades entre los canarios.
Esta “crisis” debe ser aprovechada para cambiar el sistema productivo canario, los agentes políticos alternativos, sindicales y el resto de la sociedad canaria comprometida, tienen que empezar a movilizarse y a exigir un cambio que cada vez se hace más urgente. La alternativa es un sistema basado en la justicia social, que priorice una sociedad dedicada al bienestar de su población y no al beneficio del capital. Donde la ciudadanía sea la principal partícipe de las decisiones, tanto políticas como económicas, que afecten a su pueblo, a su isla o al resto de Canarias. Un sistema donde las principales prioridades sean la sanidad, la educación y los servicios sociales de todos y cada uno de los ciudadanos que viven en Canarias. Donde el desarrollo vaya de la mano del respeto al medio ambiente y a la biodiversidad existente en nuestras islas.
La ciudadanía canaria no debe conformarse con esperar de brazos cruzados. Cambiar esta situación está en nuestras manos. Juntos sabemos que sí se puede.