miércoles, 19 de mayo de 2010

Opinión. Vacas y militares. Paco Déniz.


Los militares tienen su mundo, y cada vez que salen de él, molestan a los demás. Pasada la moda de los golpes de Estado y de los golpistas bigotudos, las invasiones de toda la vida o misiones humanitarias como se les llama ahora, alivian su deseo irrefrenable de empuñar las armas salvando doncellas morenas indefensas. Por eso, la soldadesca se promociona en extranjeria.

Allí manejan unos carros carísimos sin importar romperlos, las mujeres se les botan encima, encima de su triple paga; y si se accidentan los condecoran. Sin embargo, aquí, en Tenerife, van a dar un golpe, pero de tipo urbanístico. Pretenden ocupar 1 millón de metros cuadrados más de suelo rústico en Los Rodeos camino de La Esperanza. Y como el tanque es pesado y ruidoso, lo harán vía decreto ministerial, sin alertar al enemigo, un enemigo que planta papas, siembra trigo y posee vacas. Ocuparán un total de 2 millones de metros cuadrados sin dar opción a discutir si conviene o no conviene tener a toda la tropa de Tenerife metida en el lugar de los animales y el grano. Sencillamente porque no se ha incluido en la propuesta de PGO. Y Fernando Clavijo lo sabía y no ha alertado a la población. Probablemente, cuando la ocupación sea irreversible, hará una declaración a favor del suelo rústico y salvará su honor. Pero eso no es decente. Lo decente es alertar para protegernos de la más que probable invasión militar de Los Rodeos. Una operación que ya falló con los terrenos de Rodríguez López y que ahora pretende habilitar la mejor zona agrícola de Canarias para ensayar sus tropelías y absurdas maniobras. Bobos que son sus mandos. No es lo mismo un terreno baldío que un terreno agrícola para emplazar sus chalets de oficiales y suboficiales, con sus respectivos bares y piscinas, sus camareros, sus caballos, donde irán a pasear con sus familias los domingos, militares también, y con sus novias para enseñarles sus habilidades y destrezas castrenses. Seguirán disponiendo de mano de obra barata. Papearán y beberán, y pondrán a parir a la democracia y la Ley de Memoria Histórica en una agradable tertulia cívico-militar. Añorarán la vida de antes porque antes sí había orden y respeto. Y verán a lo lejos a un mago sentado al zoco de sus paredes observando la tierra que heredó de sus antepasados, pero no entenderán por qué no llora de júbilo sabiendo que su tierra ahora es para la defensa de España y su columna vertebral, y no para los bichos invertebrados.