sábado, 3 de abril de 2010

Opinión. ¿A quién no le gusta comerse un pescadito en Los Abrigos?. Gabriel Martín Febles.


Dicen que la finalidad última de una reserva marina es la protección de los recursos, el hábitat, y la biodiversidad de las aguas donde se aplique dicha protección. Es por tanto, una forma también de proteger la actividad económica de la pesca profesional sostenible, entre otras cosas, necesaria para la continuidad de este sector en las islas en general.

En Canarias, se han declarado, hasta la fecha, tres grandes reservas marinas: La Graciosa, o Archipiélago Chinijo, en el año 1995; La Restinga, en el El Hierro, en 1996, y en La Palma, en el año 2001. Propuestas para declarar otras nuevas no han faltado, como la de La Gomera, en actual estudio.
Es cierto que la declaración de una reserva depende del lugar donde se encuentre, pues será el Estado o la Administración Canaria quién tenga competencias para hacerlo según sean aguas interiores o exteriores. También es de sobra conocido las limitaciones que conlleva una reserva marina, en cuanto a los usos restringidos para pescadores con artes de anzuelo, pesca recreativa, actividades de buceo o uso científico.
Y es que Granadilla de Abona dispone de tradiciones pesqueras que se remontan a tiempos pasados, de ahí que su núcleo pesquero más importante, Los Abrigos, permanezca hoy en día como un lugar que mantiene esa idiosincrasia intacta y permanente.
Pero, ¿existen características específicas importantes de este municipio al que hacemos referencia para conservar sus fondos marinos?, ¿ha gozado en el pasado de buena salud? ¿hasta qué punto la costa granadillera conserva y garantiza la explotación pesquera de forma sostenible?...
Creo que es perfectamente viable la declaración de algún sector costero del municipio como, --si no reserva marina-, sí como alguna figura de protección más acorde a las características de dicha zona. Esto conlleva la continuidad de una beneficiosa tradición pesquera y la actividad que desarrolla, así como conseguir un equilibrio entre recursos y explotación, tan necesario para la sociedad consumidora en la que vivimos. A parte, como no, de un creciente interés por el sector turístico, o por la proliferación de empresas relacionadas con el mar.
Desde Los Abrigos hasta El polígono de Granadilla, existen fondos de gran riqueza biológica, gracias a los tan polémicos sebadales, cuna de los pequeños alevines y lugar para el desobe de muchas especies. Es por tanto, un lugar que, a priori, parece cumplir con los requisitos exigidos para que una zona sea declarada de protección; incluso con zonas de avistamiento para la vigilancia y monitoreo de la posible reserva.
Quizá sea hora de empezar a plantearnos que es posible poner en marcha proyectos de estas características, pues en los últimos años la calidad de los fondos marinos en Canarias han sufrido un espectacular descenso de la calidad que tanto nos ha identificado en las últimas décadas. Quizá sea hora de mejorar nuestra calidad de vida, nuestra alimentación, e incluso nuestro ocio. Pues al fin y al cabo, ¿a quién no le gusta comerse un pescadito en Los Abrigos?