martes, 9 de noviembre de 2010
Opinión. Involución Democrática. Luis S. Hernández Bethencourt.
"Hemos ganado democráticamente", "Nuestro partido respeta las reglas de la democracia", "...con el talante democrático que me caracteriza", "Quedamos citados en la urnas, en la fiesta de la democracia..."
Estas y otras frases se han convertido en comodines para cualesquier político o pseudo-político que se precie. En algunas ocasiones mienten descabelladamente, en otras simplifican los conceptos y olvidan que los sistemas democráticos son imperfectos, además de que el estado español no se caracteriza por su madurez política, tomando decisiones ilegitimas en nombre de la democracia.
Así, a día de hoy, observamos atónitos como los partidos políticos, instituciones que deberían ser el máximo exponente de la democracia, niegan a los militantes la posibilidad de celebrar elecciones primarias para elegir a sus representantes. Olvidan, que la esencia de la democracia (el poder del pueblo para el pueblo), es el flujo de decisiones de la base a la cima, y no el procedimiento actual, en el que una vez encumbrados, nuestros líderes hacen y deshacen dentro del partido en función de su interés particular y/o ideológico. Cómo vemos, basándose en su particular visión de la democracia, y con el justificante de que está contemplado en los estatutos del partido, actúan de manera antidemocrática desde el punto de vista de la legitimidad.
Otro índice, que manifiesta el bajo comportamiento democrático de nuestros gestores, se traduce en la mínima cantidad de debates públicos existentes, viéndose el ciudadano obligado a votar a un candidato que no ha explicado su programa de gobierno y que se ha limitado a hacer promesas electorales. Y los pocos debates existentes están faltos de contenido y profundidad, y de existir ciudadanos que participen en ellos, deben ceñirse a enunciar alguna pregunta ya pactada de antemano.
Igualmente, ilegitimo en democracia es que sólo se oigan a los partidos mayoritarios porque al resto se les excluye de los medios de comunicación o se les margina a horarios intempestivos. En democracia, la pluralidad es fundamental, aun en sus diferencias porque impulsa el avance de la sociedad. En cualquier caso, debemos impedir tales actos cuando los medios de comunicación son de carácter público, como las radio-televisiones locales, insulares o autonómicas en el caso de las Islas.
Otro factor que denota la democracia imperfecta a la que estamos sometidos, es la falta de transparencia en los comportamientos de los cargos públicos, en las relaciones entre los poderes, en las fuentes de financiación y en los gastos de las instituciones,...que se traduce en no pocas ocasiones en casos de corrupción (de la que esta comunidad es referente a nivel nacional). Olvidan que el “sálvese quien pueda” es propio de la ley de la jungla, y que es la garantía de extinción, tarde o pronto, de una sociedad.
Para cambiar éstos males, deben haber instrumentos eficaces que controlen a los políticos y la función política, asegurando que sólo las personas con verdadero interés por servir al pueblo quieran acceder a tales cargos ante la inexistencia de otros beneficios.
Para ello, deberán instaurarse una serie de medidas, que los partidos mayoritarios niegan (como la aristocracia se negaba a abandonar sus privilegios, o los negreros a abolir la esclavitud). Dichas medidas pasarían entre otras por eliminar la perpetuidad en el poder (limitar el número de legislaturas de un mismo candidato electo); controlar las asignaciones económicas que perciben los cargos electos, así como llevar un control de su patrimonio (tanto por parte de los militantes como de los ciudadanos); igualmente los militantes deberían tener la posibilidad de tomar parte en todas las decisiones del partido, así como la capacidad para destituir al cargo electo; también el cambio pasa por una participación ciudadana real, no como la actual, limitada al uso de un voto cada cuatro años, sin que el pueblo pueda influir de manera directa en el día a día de la vida de su localidad o región...
No cabe duda que la democracia, hasta el día de hoy, es el sistema político menos malo para el total de la sociedad, pero se ha de seguir avanzando. Los gobernantes nos han hecho creer que somos libres, a la par que mantienen mecanismos de control para impedir la pérdida de sus privilegios, evitando que el bienestar de la mayoría alcance al bienestar de la minoría dominante.
Quizás sólo quede una alternativa. Una alternativa que podría pasar por el apoyo a una fuerza que muestre interés real por avanzar hacia una democracia adulta; una fuerza ideológica que posea dichos fundamentos como base de su existencia, y que tenga los mecanismos internos para no volver a cometer los errores de aquellos, que con la excusa del beneficio de los ciudadanos pensaron exclusivamente en el suyo propio.
Quizá, algunos puedan pensar, que estas líneas son una exageración a la situación política actual, yo les invito a una reflexión...según el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) los partidos políticos y sus líderes son para los españoles el tercer problema en importancia del país...¿cómo es posible que, treinta años después, los españoles opinen de manera similar a la época del inicio de la transición?
Objetivamente, creo que el sistema democrático necesita más significado y menos significante.