miércoles, 10 de noviembre de 2010
Opinión. Calma. Lucas Afonso.
Hay que tener calma, aconsejan. Calma aunque para los líderes del mundo solo existas en los discursos solemnes, calma, contención cuando te humillan casi todos los días, si no te dan trabajo o te pagan menos, calma, tranquilidad, dicen los almidonados cuellos blancos entre canapé y sorbo de Moët Chandon mientras otros deciden que no decides nada, calma cuando no eres nada.
De nuevo tranquilidad si te queman el coche, la casa, los muebles, te roban, te echan a la calle, maltratan a tus hijos, tus padres; y sobre todo, no seas descortés con los esbirros del sultán, qué iban a pensar en la ONU, así no es como se pone la otra mejilla. La calma es una virtud si no tienes qué comer, aunque la calma no se coma. La calma te ayuda a disfrutar de la vida, cuando tienes una vida que disfrutar. Así que sé un buen súbdito y te darán las migas de la mesa. Y piensa, con mucha calma, naturalmente, que han venido para salvarte y a ponerte en los brazos del sultán, todo amor y misericordia: él administrará por ti tus fosfatos, tu pesca, tu petróleo, tu vida.
Pero entre tanto, calma, sosiego mientras te violan, debes tener calma cuando te golpean, y más aun mientras te torturan, a ver si hay suerte, se cansan en unas cuantas horas y no hay otro turno esperando para “entrevistarte”; a lo mejor no te toca desaparecer. Seguro que tienes suerte y te dejan cenar tu propio vómito. Y encarecidamente te rogamos que seas educado y chilles en voz baja. Calma con las balas rozando, procura que tu cuerpo no golpee la bala, que es de mala educación, calma mientras te matan, calma, siempre calma, porque la calma trae la paz, la paz de los cementerios, donde los muertos siempre están calmados.