El fenómeno de la VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES es de una magnitud escalofriante, y que se expresa también en la homofobia y la transfobia o en ataques contra algunos hombres cercanos a las mujeres agredidas o que tratan de impedir alguna agresión.
En un marco social patriarcal, los varones asumen y desarrollan, de forma consciente o inconsciente, prácticas cotidianas de coacción y discriminación de las mujeres. ES URGENTE QUE TODOS LOS HOMBRES IDENTIFIQUEN Y RENUNCIEN DE FORMA PRÁCTICA Y COTIDIANA A PRIVILEGIOS de los que se aprovechaban como si fuesen algo natural, pero que son abuso y caldo de cultivo para la violencia. Las cifras indican que los hombres siguen desviando las tareas de cuidado y las responsabilidades de la vida cotidiana, doméstica y afectiva, de lo que deriva su discriminación laboral, una sobrecarga física y mental y la apropiación masculina de los espacios de decisión y poder.
LOS HOMBRES y MUJERES TENEMOS QUE CAMBIAR NUESTRAS MENTALIDADES, ACTITUDES Y CONDUCTAS, renunciando al silencio, inmovilismo y resistencia pasiva que siguen produciendo desigualdad y dan aliento a la violencia machista.
Ese cambio es nuestra responsabilidad personal, pero también debe ser fomentado y favorecido socialmente. Exigimos a los poderes públicos acciones positivas y efectivas contra la desigualdad de género, iniciativas y leyes dotadas de los suficientes medios, para poner fin a toda situación de privilegio masculino, legal o de hecho, y a reconocer y garantizar plenamente el derecho de las mujeres a decidir, sobre su vida, sus afectos, su sexualidad, su maternidad y su vida laboral.
No tenemos derecho a seguir así.
¡CAMBIA, HOMBRE!
¡CAMBIA, MUJER!
¡SÍ SE PUEDE CAMBIAR!