sábado, 24 de julio de 2010
Opinión. Repliegues estratégicos y puerto de Granadilla. Juanjo Triana.
En el mundo virtual de la propaganda de guerra nazi las tropas del eje no obtenían invariablemente más que victorias. Cuando se batían en retirada durante la última fase de la guerra la consigna oficial era que estaban victoriosas, pero que para preparar mejor la defensa habían hecho un repliegue estratégico. Tanto es así que algún nazi un poco más perspicaz que sus camaradas llegó a comentar: “La guerra no debe de ir bien: nuestras grandes victorias tienen lugar cada vez más cerca”.
Con el asunto del inminente comienzo de las obras del puerto industrial de Granadilla, inminente desde hace 10 años, la autoridad portuaria de Tenerife no está haciendo otra cosa que anunciar por enésima vez un repliegue estratégico. Es posible que algún movimiento hagan en la parte terrestre, pero con la finalidad de hacer ver que han comenzado para que las empresas agraciadas con la adjudicación de las obras puedan exigir indemnizaciones por lucro cesante, cuando se constate que no existe financiación para el proyecto. Son expertos en el tema.
El puerto de Granadilla no tiene financiación en los presupuestos generales del Estado, ni tampoco en los fondos estructurales de la Unión Europea. La Autoridad Portuaria suscribió hace años un préstamo sindicado con varias entidades bancarias para adelantar el importe, pero ha sido recurrido porque la legislación española prohíbe acometer obras públicas sin financiación pública garantizada.
No es congruente que el mismo presidente de la autoridad portuaria que contra viento y marea (nunca mejor dicho) asume un préstamo multimillonario, se queje de que la nueva Ley de Puertos no garantiza la suficiencia económica de los recintos canarios, califique de “insostenible” su situación financiera, y amenace al Gobierno central con que “o hay una compensación para el equilibrio financiero o vamos a tener que dejar que sea el Estado quien lo gestione directamente”.
También son reveladoras las declaraciones de don Ignacio González Martín, presidente de la cámara de comercio y socio y coimputado con el agraciado con la contrata de las obras. En un raro ataque de derrotismo dijo que aunque la obra va a empezar ya, “va a servir para bastante poco. Ya hemos perdido nuestra oportunidad” y que “El puerto que se propuso en su momento era muy acertado porque servía de plataforma para iniciar los transbordos con el continente africano. Pero a base de denuncias y de recurrir a Europa una y otra vez, se ha dejado ahí en una cosa pequeñita e insignificante en la que lo único que se podrá hacer será instalar el gas y alguna fábrica de cemento”. Suena a despecho por no sacar los cuantiosos beneficios que se prometía, o a pelea con las otras familias por el reparto de un botín que ahora se revela cada vez más escuálido.
Han aprendido del señor Goebbels que una mentira repetida mil veces es una verdad, pero deberían recordar que dicho señor con tanto repliegue estratégico acabó cercado en su bunker de Berlín.