La Era de la Razón, finalmente, ha triunfado en Canarias: las catástrofes naturales ya no son castigo del Señor, sino incompetencia de los políticos: si se cae un risco, es que las autoridades no señalizaron ni restringieron el acceso a la zona; en caso de tormenta, es que el Gobierno no ha comprado la máquina que detecta ese tipo de fenómenos... Ahora todos lamentan que se hayan comido aquel barranco para construir una avenida o un aparcamiento y piden que se fomente el trabajo agrícola para que los terrenos no estén tan sueltos. Memorable respuesta del veterano alcalde de la Orotava (en entrevista televisiva) a la tragicómica pregunta de qué diría Humboldt si viese hoy el Valle: “Diría –respondió Valencia- ¡qué desarrollo!”.
El plan Bolonia -tranquilos, no me he perdido- marca la tendencia de la enseñanza superior en las sociedades modernas. Esto significa que las Universidades potenciarán las carreras que mejor se adapten al modelo económico vigente, y ésas no son las carreras humanísticas: las ramas de la cultura y del pensamiento no son rentables ni útiles para el modo de vida actual. La sociedad de mercado resolverá todo, incluso el control de las catástrofes naturales: ingenieros y demás profesiones especializadas de la construcción, científicos que generen enfermedades desconocidas y sus correspondientes vacunas, profesionales del turismo para una industria en crisis, abogados que vigilen los rumbos jurídicos de los procesos, periodistas que generen la opinión pública conveniente... Y por supuesto, todo lo que implique conocimientos del business y de las finanzas, para crear las burbujas inmobiliarias que hagan falta.
¿Pensar? Para qué. Es más moderno llamar piratas a los somalíes, sin pensar en lo contentos que están los pescadores del lugar, ante la posibilidad de retirada de los barcos pesqueros internacionales y de sus técnicas exterminadoras. Claro, como los canarios ya no pescamos... Eso de la pesca, ganadería y agricultura no está en el pensamiento boloñés: aquí lo que hace falta es todo lo que implique dependencia del exterior. Total, nosotros somos de la Era de la Razón y los pueblos del mundo que quizá estén protegiendo sus recursos son unos piratas y terroristas. La verdad no existe pero, mientras los “subdesarrollados” se mueren de hambre, atraviesan el desierto y llegan en pateras a las Islas, los pueblos industrializados esquilman los recursos de sus territorios y mares.
Como buen cristiano, me sensibilizo ante los afectados de las recientes catástrofes y me alegro por la liberación de los pescadores; por cierto, qué envidiable conciencia civil y política han demostrado esas mujeres vascas. Y mientras se destinan mercenarios a proteger los intereses de la pesca imperialista (Bolonia debería atender a esta profesión: 400€ diarios) y los “subdesarrollados” se resignan, los canarios de la sociedad desarrollada de servicios llaman por el -cómodo- móvil al 012 para preguntar si mandan a los niños al colegio o no (por la tormenta). Quizá yo no sea tan cristiano como esas masas que siguen en romería a la Virgen ni como esos padres que bautizan a sus hijos con nombres tan modernos, pero de chiquito me enseñaron a no dar la espalda al mar. Nuestra sociedad ha perdido el respeto a la naturaleza: a ver qué se nos ocurre hacer en Las Cañadas, en Timanfaya..., ahora que tenemos la gestión de los Parques Nacionales: al Teide no lo controla ni Bolonia ni la OTAN.
Miguel Hernández. Miembro de Alternativa Sí se puede por Tenerife.