viernes, 20 de mayo de 2011

Opinión. La muerte de los ‘sin techo’ es la muerte de un modelo social. Asun Frías.


Comenzamos la semana con otro hombre sin techo muerto en las calles de Santa Cruz. Según la Plataforma por la Dignidad de las Personas Sin Hogar, en el último mes y medio ya han fallecido seis personas del mismo perfil en nuestra isla (cinco en esta capital).

Escucho la noticia y no puedo menos que recordar el artículo 25.1 de la Declaración Universal de Derechos Humanos: “Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios; tiene asimismo derecho a los seguros en caso de desempleo, enfermedad, invalidez, viudez, vejez u otros casos de pérdida de sus medios de subsistencia por circunstancias independientes de su voluntad”. Me quedo un rato en silencio y resuenan en mi cabeza esas últimas palabras. Me pregunto si alguien, en su sano juicio, puede decidir libremente malvivir o morir tirado en la calle, cual basura. Algo así es lo que opina Ignacio González, concejal de Asuntos Sociales del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife. Es fácil simplificar la realidad, lavarse las manos y descargarse de la propia responsabilidad. Tal vez uno de estos seres humanos se despertó un día y decidió dejar de ir a trabajar porque no aguantaba más la competitividad y la presión. Quizás, otro se enganchó al alcohol para olvidar que había perdido a su familia y, desde entonces, nunca quiso volver a soltar la botella. Probablemente, el tercero prefirió seguir viviendo debajo del puente antes que adaptarse a las normas de un centro de acogida. Ahora bien, atribuir fenómenos tan complejos únicamente a causas de carácter personal es ser cínico o saber bien poco del funcionamiento de la sociedad. Los procesos por los que una persona nace o se convierte en pobre (“no tener”), en extremadamente vulnerable (“no ser”) o en excluida (“no estar”) son múltiples y, en ocasiones, complejos. No obstante, pueden analizarse desde un marco global, contemplando las causas comunes de carácter estructural. Los seis casos de personas sin techo están interrelacionados entre sí y, a su vez, con otros hechos que están ocurriendo en nuestra sociedad. ¿Qué está pasando en el mundo, en Canarias y en Santa Cruz de Tenerife para contribuir a que estas seis muertes sucedieran en tan corto intervalo de tiempo en un territorio tan pequeño? Tendría que dedicar decenas de folios para responder en profundidad a esa pregunta pero, dado que esto es un simple artículo de opinión, me limito a dar unas pocas cifras que hablan por sí mismas:

* Según el Banco Mundial, la pobreza extrema ha aumentado en 44 millones de personas en todo el mundo desde junio de 2010.

* Según la EPA del primer trimestre de 2011, la tasa de paro en Canarias es del 28,52%, significativamente superior a la media estatal (21,29%) y bastante más del doble que en territorios como el País Vasco (11,61%) o Navarra (13,40%). Además, en nuestro archipiélago, el 0,2% de la población acapara el 80% de la riqueza. Mientras, según el Instituto Nacional de Estadística, casi un 30% de la ciudadanía canaria vive bajo el umbral de la pobreza.

* Encima, el municipio de Santa Cruz de Tenerife está muy lejos de cumplir la ratio mínima exigida por el Plan Concertado de Servicios Sociales de una trabajadora social por cada 5.000 habitantes. Las políticas preventivas, el trabajo social de calle y la dinamización comunitaria brillan por su ausencia en nuestra capital.

Esos datos son sólo una muestra más del agotamiento del actual modelo de desarrollo neoliberal, insostenible económica, social y ambientalmente para nuestra tierra. Los partidos que han gobernado y gobiernan en España, en Canarias, en Tenerife y en Santa Cruz son instigadores o cómplices del desmantelamiento del ya débil Estado de Bienestar. Al mismo tiempo, han promovido políticas que generan dependencia, desarticulación social, apatía, destrucción ambiental, desempleo, pobreza y exclusión. Dichas formaciones y sus líderes, los mismos que han hecho de la política su profesión y que dirigen desde hace décadas nuestra tierra, con unas siglas u otras, han demostrado sobradamente que van a seguir aportando más de lo mismo aunque se presenten a estas elecciones disfrazados de algo nuevo.

Por todo ello, en Canarias, era, es y será necesaria una alternativa como Sí se puede, nacida de parte de la ciudadanía más comprometida y solidaria. Fruto de años de reflexión y trabajo práctico de militantes y profesionales en los barrios y pueblos de Tenerife, nuestro partido plantea otro modelo para salir de la crisis. En Santa Cruz, se resume en 100 propuestas para crear empleo y calidad de vida en la ciudad que te invito a leer en www.sisepuedesantacruz.org. Todas ellas tienen una perspectiva social y favorecen la integración de las personas en situación de exclusión. Sí se puede garantiza la defensa de los servicios públicos, el empleo, la participación ciudadana y los derechos humanos. Igual que lo hemos hecho desde las ONG, las asociaciones y las plataformas ciudadanas, lo seguiremos haciendo desde las instituciones públicas. Queremos, sabemos y podremos. ¡Ilusiónate!

(*) Número 2 de la lista de Alternativa Sí se puede al Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife. Licenciada en Matemáticas. Máster en Investigación, Gestión y Desarrollo Local. Experta en Participación Ciudadana.