martes, 18 de enero de 2011

Opinión. Decisiones incomprensibles. Domingo Garí


Cuando las decisiones no se toman de forma racional, valorando objetivamente los pros y los contras, se suelen cometer errores que el paso del tiempo no perdona. Esta ley histórica la traigo a colación por el asunto de IU y su repetición de pacto electoral, con el partido fantasma Unión Ciudadana, que todo el mundo sabe, incluida la propia IU, que ni es partido ni es nada.

Sólo la invención de un sujeto cuyo papel histórico, ha quedado demostrado, es torpedear todo intento de construcción de la izquierda anticapitalista en las Islas. Ya lo hizo en 1979 aupando a los sectores de la derecha dentro UPC, en detrimento de los sectores marxistas y revolucionarios, que quedaron finalmente arrinconados y desanimados en la isla de Tenerife, gracias principalmente a la labor de caballo de Troya que este sujeto jugó en esa ocasión. Luego recibió los pagos correspondientes vía subvención que le facilitó el Cabildo de Tenerife, en aquel entonces en manos del PSOE, y posteriormente décadas gloriosas de subvenciones procedentes de ATI-AIC-CC, con las que ha podido construirse un buen patrimonio inmobiliario, y quedarse con la propiedad de un proyecto cultural que inicialmente había sido concebido como asambleario y sin ánimo de lucro.
¿Qué lleva a IU, una organización marxista, o al menos que tiene elementos de esa tradición en su seno, a pactar de nuevo una fórmula perdedora, con una persona de acendrado pasado anticomunista? En 2007 pudieron quizá ser engañados y camelados por la idea que propagaba el propietario de radio San Borondón de que su emisora la escuchan 90.000 personas. ¿Pero ahora? Ya sabemos que no son más de 800 almas las que sintonizan esa frecuencia. ¿Qué queda, entonces, que justifique esa errónea toma de decisión de una, en otro tiempo, respetable organización de la izquierda marxista española?
Una organización política que se tome su programa de transformación en serio, no puede jugar a trenzar alianzas motivada por celos políticos o personales. Porque no le guste demasiado tal o cual persona que milita en la única organización política digna de tal nombre, que existe en este espacio concreto en este momento concreto, como gustaba decir al viejo camarada Fernando Sagaseta. Los marxistas, más que nadie, toman las decisiones de forma realista, barajando todos los elementos de la realidad y orillando las cuestiones de celos personales de componente pequeño-burgués. ¿Realmente ya no hay nadie en IU que piense en la tradición del materialismo histórico? ¿Nadie en IU está formado en las lecturas y los análisis de los marxistas españoles, que de alguna u otra forma influyeron durante mucho tiempo en el PCE y en la IU de los primeros tiempos? Si la cosa es así es una tragedia.
Hacer de la política una vendetta barriobajera no es propio, o no debería ser propio de revolucionarios, sí, en cambio, de los marrulleros que entienden la política como una forma de negocio personal, o de quienes no están interesados en que nada cambie porque las cosas aquí no les van mal. Hay individuos cuyo papel histórico es impedir los procesos de liberación. No es distintivo de revolucionarios juntarse con ese tipo de gente. Los revolucionarios, los que desean transformar el mundo en un sentido socialista, ecosocialista, cometen un error grave queriendo construir algo apoyándose en sujetos con quien en el fondo no comparten nada. El espacio de confluencia histórica en este momento preciso en que se encuentra el proceso de luchas de clases es otro. En IU hay militantes que deben saberlo, aunque se hayan dejado derrotar por quienes prestan oídos a los cantos de sirena de quien ya no puede ocultar que su misión histórica es misérrima: garantizar que su quiosquito privado siga dando beneficios.